jueves, 5 de septiembre de 2013

Efímeras y “efimérides”


Los efemerópteros son el orden de insectos más antiguo con vida actualmente. Llevan millones de años sobre la tierra. Como individuos, su vida adulta puede durar cinco minutos (especie Dolania). Otras especies con más suerte, pueden llegar a vivir un día (Ephemeros = que vive un día). Han permanecido por millones de años. Vieron nacer y morir imperios humanos, al igual que fueron testigos de los imperios de otras especies. Pero ¿Qué sabe una efímera? Especialmente cuando en su corta vida, el cerebro está tan concentrado en el sexo como Woody Allen en su bola (“El dormilón”). No hay conocimiento sin memoria. Sin pasado. Da igual que tus registros fósiles tengan 300 millones de años. En el caso de los seres racionales, da igual los miles de años que llevamos sobre la tierra y nuestra capacidad para generar memoria. Es una memoria en gran parte fabricada como legitimación o identidad y forma más una “Historia Natural de la especie humana” que una reflexión sobre las condiciones de nuestra existencia social.

Los cinco minutos que vivimos, nos dan una imagen efímera de una realidad que no lo es. Una memoria llena de efemérides que son realmente “efimérides” en la vida de la especie. Y el sistema educativo la reproduce, ahora  industrialmente. Es evidente que el sistema educativo no forma parte del proceso de conocimiento. Es parte del sistema de legitimación. Aporta formación ideológica además de capital humano. Mano de obra cualificada y ciudadanos descualificados (reducción del mundo posible a un programa educativo y un listado de libros y prácticas). A ello se dedica Wert con intensidad y ahínco, explicando los (¿Son ya siete u ocho? Pierdo la cuenta) reformas educativas que lleva España. Es la mejor respuesta a los que piensan que la transición a la democracia ya terminó. La transición fue una “alucinación transitoria”. La guerra educativa es la continuación de la guerra civil, pero por otros medios. Pregúntale a Wert y su política de becas.

Los estudiantes universitarios y muchos de sus profesores consideran que la perspectiva (también le llaman historia, sea del pasado o del futuro) son cosas de otras disciplinas. Y en los temarios, los fenómenos sociales tienen sus prolegómenos (tema 2), pero después se les estudia como sí de generación espontánea se tratase (temas 3 a 9). Hablar de la historia y sus procesos, enmarcando el presente como una parte que solamente adquiere sentido dentro del cambio, es (toca madera) Marxista. Los científicos sociales que intentan una comprensión de “Longue durée”, como Wallerstein, son excepciones. Sus explicaciones dan resultados y funcionan. Pero que importa que funcionen. ¿Quién dice que a las élites le interesa las explicaciones que exponen sus desvergüenzas? A los científicos sociales solamente le espera la hoguera. Aunque salgan de la cueva.

Tan efímeros somos, que ya llegan arrasando los de la nueva legitimación: genetistas y neurólogos. Y rápidamente, los del “trending topic” se suben al carro. No hace mucho, el sociólogo Pérez Díaz mostraba como los mejores, y otros rasgos positivos, eran genéticos. Los adoptados no eran tan “así” como sus padres de sangre y semen. Le reconozco la tarea titánica de controlar la certeza de la paternidad, la estructura de los afectos y posible selectividad de los refuerzos, la autoimagen y status familiar y social de los adoptados frente a los que no, y tanto elementos que algo pueden decir. Pero que “trending” explicar los fenómenos sociales como procesos químicos. Así el “materialismo histórico” queda superado y más allá. Ustedes no saben lo que da, y puede dar de sí, el cerebro reptil (Paul MacLean). Siendo la ciencia social oficial más legitimación que comprensión, los nuevos tiempos anuncian su sustitución por los batas blancas. Aunque en España el riesgo a corto plazo es menor. Con la política científica del PP, las únicas batas blancas que se verán por mucho tiempo será en los anuncios de detergentes.

Por lo demás, en lo de siempre, estamos en lo mismo. El libro gordo del “Pepete” (o contabilidad B) enseña, entretiene y yo les digo descontento, hasta la declaración de Barcenas que viene.