sábado, 27 de febrero de 2016

No es lectura para madrileños

Caminaba yo por donde no quería camino de donde debía, cuando en una empinada calle allí me la encontré. Una fila larga y compacta subía por la acera, perdiéndose tras doblar a lo lejos una esquina. De cuño andaluz, forja castellana y temple valenciano no son los misterios mundanos algo que deje pasar así como así.
Tras palparme las entretelas para confirmar que no era jornada electoral, pasé al modo ¿Qué será, será? Siendo muchedumbre ordenada, la cuestión se limitaba. Firma de libros ya les digo que no. Tampoco era cuestión de lotería, pues no era fecha señalada para hacer espera de fortuna. Poco colorido había y ninguna trompetilla, pandereta, ni niño de la mano. No era pues cuestión de reyes o cabalgata. Las bufandas de temporada, y los gorros de vestir. Descartada la compra de entradas para evento futbolístico… Entrada al teatro ni pensar por la hora y el gentío. Tanta bulla de mañana para evento cultural no se vio en España desde la quema de herejes y pública ejecución. Bendición de mascotas no me cuadra, pues todos los animales presentes eran racionales y, aunque parados, semovientes. ¿En qué estaremos?¿Qué reparten?¿Qué darán? ¿Darán algo? Algo darán de seguro, cuando te esperas de invierno, a las pocas de la mañana, lloviznando agua y frio, con el único panorama de la espalda de tu vecino.
Respetuoso de la fila pregunté a otros como yo de paso. ¿Qué pasa? Unos que vete a saber, otros que ellos sabrán, pero por fin, alguna información. Es cosa de viernes, es de mucho milagro, es digno de ver. Picada mi curiosidad como tabaco barato, y sabiendo de buen saber por las películas de “indios”, que en las filas el último es el más débil, por allí entré en conversación.
Busqué en mi catalogo de sonrisas corteses y, al igual que Lina Morgan, elegí el traje negro. Conocedor de las reglas de cortesía locales, en Madrid siempre es aconsejable, como presentación, despejar la duda de que se es paleto de provincias y, por lo tanto, con urgente necesidad de ajustarse a la hora de Madrid. Cuantos disgustos ha causado el jet lag mental a tantos y tantas que llegan a la capital del reino pensando que es la misma hora que en Tomelloso, por poner ejemplo digno, y terminan descubriendo que en Madrid siempre es una hora antes de una hora después. Siempre que recuerden que no ser de Madrid es considerado una discapacidad, todo le irá sobre ruedas redondas en sus interlocuciones con los nativos. Pues allí fui yo, armado de sonrisa tonta y con el necesario aire de culpabilidad de no llamar “de aquí, de Madrid”.
“Buenos días, no soy de Madrid, pero se por referencias que es muy milagrosa en sus cosas. Y siendo los milagros en otros lugares cosa rara y preciosa, tanto cuanto me maravilla esto. A quienes pregunto fuera de fila no se aclaran, y estando corto de tiempo pero largo de interés, me permito preguntarle ¿El horario para presentar respetos y solicitudes de milagros es todos los viernes, o el último viernes de cada mes?” Tengo por cierto que de la primera parrafada ni la mitad, pero siendo buenas palabras, respetuosas y sonreídas, ya le aseguro yo que me ubicaría como alguien del más allá: latinoamericano no argentino aunque puede que demasiado alto para ser quizás andino. De esos andinos que hablan buen castellano de la calle Serrano, pero eso sí, faltos del precioso “dequeísmo” que atesoran los nativos de pura cepa, cuya familia emigró a Madrid hace como mínimo, una generación y media. Y así, un poco por despejar el aburrimiento que da ser el último, y otro poco para dejar claro que su posición no decía nada de sus otros méritos para no estar cerrando fila, como quien explica a un niño me lo explicó.
Ya llegado a mi domicilio donde estoy domiciliado, por hablar como los políticos del clan Rajoy busqué, ya en modo valenciano, en la Internet. Por amor a la literalidad se lo trascribo: “Los Capuchinos creemos que no hay ninguna necesidad de estar unos días antes haciendo fila en la calle, para ver quién es la primera persona que pasa a besar la imagen del Cristo. Como en años anteriores, la Basílica estará abierta hasta que pasen ante el Cristo todas las personas que están en la fila”. Sin lugar a duda me quedan muchas dudas. ¿Hacen fila para ver a la persona o personaje que entra primero? ¿Hacen cola para intentar ser el primero? Por más que lo razono, no lo cojo. Si eres el segundo en la fila ya tienes claro que no eres el primero y nada esperas. Para qué decir el penúltimo. Y lo mismo. Si “coleas” para ver al personaje que entra primero sin esperar cola, poco veras si estás tres esquinas en dirección Atocha. En fin, señores y señoras, qué les puedo decir de lo que no entiendo en una frase que comienza “Los Capuchinos creemos”.
En lo que me han ganado para el rebaño es en su oración profundamente expresiva del destino de todos los anarquistas, comunistas, feministas y bienintencionados en general, sean del gremio que sean. De hecho, es perfecta para las recientes tribulaciones de Rita Maestre en China.

“Señor, Jesús, que fuiste calumniado,
detenido y condenado
por el poder político y religioso,
por aquellos a quienes querías salvar.
Haz, Señor, que me respeten,
que no me quiten mi fama,
mi libertad, mi alegría.
Ayúdame siempre,
sobre todo en los momentos
más difíciles de mi vida.
Hoy te pido, de una manera especial,
que me concedas (pídase lo que se desea)”.


Desconozco, aunque creo adivinar, lo que pediría Rita Maestre para la ocasión. En mi caso, ya por fin lo se. No mis deseos, que como a todos a todas partes me acompañan. No. Es la fila que tanto desconcierta a los Capuchinos y a los no Capuchinos (en mi caso soy más de sombrero). No es besar a un Cristo lo que espera a tantos al principio de la fila, que para ellos es el final. Que va. Allí adentro, tras la puerta, en la oscuridad de los anhelos se encuentra, fuera del mapa turístico, el verdadero patio de las maravillas. El pozo de los deseos más preciosos. Una católica lámpara de Aladino. En otra que día, mes y convocatoria de trabajo en Madrid se alineen, me planteo seriamente pasar la noche en la fila. No esperando milagros o intervenciones sobrenaturales, ya lo digo. Es la fila, es la espera, es la ocasión increíble de estar rodeado por tantos deseos, esperando su turno de cumplimiento en modo tan ordenado. Deseos innombrables, de salud, amor, riquezas, poder, venganzas… Un deseo ardiente tan bien vestido y piadoso no es cosa fácil de ver de diario. Tan de aquí estoy, quiero decir.

sábado, 20 de febrero de 2016

Vamos que nos vamos

Andaba yo pensando sentado en cuánto le queda a esta fase de liquidación y cierre de la democracia liberal. El capitalismo y la democracia parece que han llegado a un acuerdo de separación de lo más amistoso. Ellos se quedan con todo, lo contable y lo incontable. Nosotros con todos los demás. Tras este reparto, pasamos ya de forma explícita del régimen de gananciales al propio de la separación de bienes y males. Adivine qué para quién. Ya no se derrama por el mundo la riqueza desbordada, ganando todos en su medida. Es más, en países avanzados en el desastre como es España toca la inversa, hacer derramas populares para pagar los sacos rotos de Rato y Rita, así como de los más granados ejemplos de Roucosa moral cristiana madrileña.
En lo nuevo, quedaran formas de lo viejo, que encontraran acomodo. Es el bricolaje del sentido que decía Levi Strauss en El Pensamiento Salvaje. Preparados para que cada vez de forma más intensa las formas y los discursos estén enajenados de la realidad (valga de ejemplo, los refugiados de Siria y su paso europeo de la protección a la persecución), toca vislumbrar qué realidad nos prepara el fin del capitalismo a su manera.
En lo contable, la última crisis ha dejado mucho cine forense sobre la estupidez del dinero. Es uno de los hallazgos de la ocasión: la estupidez especulativa es como el oro, te lo aceptan y lo compran en cualquier parte del mundo. Hace tiempo que en lo financiero los fondos internacionales salieron de cuentas y solamente cabe esperar un mal parto. Ahora asistimos a las contracciones que alumbran la oscuridad que vendrá. Crisis tras crisis, el mundo se fragmenta en incertidumbres, éxodos y exilios, identidades enfrentadas, violencias encontradas. Detrás de todo, la expectativa de volver a la calidad de vida otra vez es la epidural ideológica que acallará los dolores del parto, hasta que sea demasiado tarde para las conservadoras clases medias ya irremediablemente demediadas.
Por eso, no solo vivimos los dolores de algo nuevo que nace de las fauces del capitalismo financiero globalizado. También son los dolores en agonía de una forma de vivir que termina. El capitalismo de consumo se encuentra en la unidad de cuidados paliativos. Esto se acaba entre delirios de otra nueva primavera de consumo florecida.

En el pensamiento, la cobardía y el despropósito campan por doquier. Es tan corto el amor revolucionario y tan largo el olvido… No eran herejes, eran jóvenes equivocados y arrepentidos. Las iglesias solo temen la herejía. Aquello que pone en duda su existencia sagrada. Los pecadores son bienvenidos. Y mucho más arrepentidos. Son la prueba de que el pecado es camino desviado. En un mundo oficial tan lleno de fachadas, la herejía es el único camino alternativo para ahondar en la razón. Todos los “okupas” con poder y mando han sido ocupados y piden perdón: por el humor negro, por los títeres sin cabeza, por gritar en una capilla levantada en terrenos no “religiosables”. Por lo que sea. Pidamos perdón por existir, por pensar y no creer en actos de fe. ¿Cómo era aquello? Pelear por otro futuro es no decir nunca a la casta caspa lo siento. 

martes, 9 de febrero de 2016

El retablo de Maese Pedro o Quod erat demonstrandum

La función representaba, con tela y pintura, una historia extravagante. Resulta, que a la manera de la peor película del otro lado, la policía dejaba pruebas incriminatorias junto a la presunta delincuente. Tenían que ser pruebas contundentes, y como ya llegaban unos milenios tarde para acusarla de haber matado a Cristo, pues tiran de otro pisar suelo sagrado: la apología del terrorismo. En la obra, al parecer, combinan dos bestias (que los son) una de aquí (contra el Estado) y otra de más allá (por la religión). La propuesta del autor es tan simple que resulta inverosímil en el estado de derecho español. ¿Quién creería que por dejar una micro pancarta con referencias irónico simbióticas a dos organizaciones terroristas pueda el policía de trapo acusar a la bruja de trapo? Solo atrapados por la ficción literaria podría pensarse que la justicia de trapo entre al trapo. La obra fallaba de verosimilitud manifiesta. Ni los personajes, la trama o las pruebas incriminatorias tenían consistencia alguna. Pero no hay que desfallecer. Donde falla la ficción aparece la realidad para ayudar.
La policía que no es de trapo detiene a los titiriteros que representan la obra de trapo atendiendo al mismo argumento que la policía de trapo: la micro pancarta. La que servía para acusar falsamente a la bruja de trapo del delito de trapo, es empleada como prueba de trapo para tratar como un trapo a los artistas. Y aquí la realidad se alimenta de la ficción, se acuna sobre ella, le da alas.
Usted, amable lector que hasta aquí me acompañó por cortesía y no dejarme solo, tendrá su recompensa. Puede que todo esto no lo comprenda, lo considere falto de lógica, no capte su intríngulis. Cierto es que cuesta de ver en su secreto, hasta que te lo explican. Y yo se lo explico. Tan agradecido estoy de su compañía que no será por explicaciones. A la manera de Juan Carlos Onetti (Para una tumba sin nombre) le daré al menos dos. Pero si quiere tengo más.
Se de buena tinta, que estamos ante un homenaje, tipo flashmob político, mediático y judicial, conmemorando el cuarto centenario de Cervantes. En los capítulos XXV y XXVI, en la segunda parte del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha aparece la historia que estamos recreando a lo grande que es España. En “El retablo de Maese Pedro” don Quijote asiste a una representación de títeres, y se sumerge en el relato de tal modo que olvida que está viendo actuar a muñecos y termina participando directamente en la trama. Pero no en plan “ya se veía venir que el culpable era el mayordomo”,  o “¿Como es posible que pudiendo volar tropiece?”. No, entra de rompe y rasga desmontando el teatrillo a golpes y mandobles para salvar a Melisendra y a don Gayferos. Claro, ahora, en el siglo XXI no es el caso de homenajear a Cervantes destrozando teatrillos de marionetas. Si acaso, mejor tomar el rompe por la incondicional (le rompes la vida), y el rasga para las vestiduras. En este año olvidado de Cervantes y su muerte, el flashmob judicial y político que vivimos es un homenaje del más alto nivel sin duda. Espero que tras el evidente “inocente, inocente” a los titiriteros les den una placa conmemorativa por su contribución al homenaje cervantino, y a los políticos del PP (al menos para Alonso, Hernando y Aguirre) un aplaca, por su impagable contribución al flashmob.
La segunda explicación es de carácter epistemológico. Se trata del enfoque conocido como meta-teatrillo o los titiriteros de segundo nivel. En este planteamiento, los titiriteros de primer nivel se encontraban efectuando un estudio sobre la realidad española. En dicho estudio, la hipótesis fundamental era: en ocasiones las pruebas no se comprueban y al pobre reprueban. En esa aproximación multinivel a la realidad, la prueba de un delito de trapo, en un argumento de trapo, puede ser empleada como evidencia de prueba real, en un argumento judicial real. Es decir, lo conocido como metaprueba de trapo. En ese caso, los titiriteros de primer nivel mueven los muñecos de trapo. Pero queda la duda ¿Quiénes son los titiriteros de segundo nivel que mueven a los políticos, la policía y los jueces de no-trapo haciéndoles parecer marionetas? ¿Qué manos atrapan a los personajes de no trapo? Difícil pregunta es, que roza ya el campo disciplinar de la entelequia marxista, también conocida como ontología materialista. En fin, si esta segunda era su intención, los titiriteros epistemólogos pueden afirmar con pena, pero contentos: Quod erat demonstrandum.

sábado, 6 de febrero de 2016

La políticamaquia

La mascletá valenciana ha sobresaltado a Don Tancredo y con él a su cuadrilla. Allí subido en su pedestal en funciones, esperaba que la “investidura” del toro pasara de largo, hurtando con ello el cuerpo al evidente revolcón. La estrategia parece fácil, pero ya les digo yo que de eso nada. La suerte se prohibió precisamente por el número de cogidas y amén. Hay que tener temple de acero y facha marmórea. La cara ya iba por delante, que dureza hay para piedras de mechero. Y lo que no estaba en temple, el carácter ya lo ponía en sangre de horchata. Quién pensaría que la horchata podría hervir. Pues en eso hemos acabado, que a Rajoy y sus monosabios les ha ardido la horchata en las venas. Por lo de Valencia, vamos. Y aún está por venir más irritación, que de Barberá hablamos. Más de uno y una ya tiene las barbas a remojar, que esta Sweeney Todd quiere una salida airosa, y su talla política de seguro a obras obliga para darle puerta. Y ahí están todos afanados manos a las obras. Que para aquí, que para allá, que llame él que es un traidor separatista, que a la Parrala le gusta el vino y un sin fin de enfados y enojadas… Pasar de la suerte de Don Tancredo a la agitación de pañuelos pidiendo no ya las orejas, sino la cabeza y los rabos de los perdedores es un cambio de ritmo que, o tienes mucha cintura o quiebra caderas.
En Ciudadanos insisten en vender que son la alternativa al PP. Para ello, cada vez que pueden defienden que no son lo que ellos dicen que los demás dicen que son: “la marca blanca” del PP. Parece complicado pero no lo es. Ellos son así de transparentes. Ahora vibran de emoción. Han vuelto al qué será. Un PP enfangado en sus miserias les trae recuerdos, emociones y un camión de votantes. Por un tiempo pensamos que el sistema había cambiado. Como todo, en cosas sí y en cosas no. En esto volvemos a lo mismo. En España no se ganan las elecciones, se pierden. Aunque el beneficiado no sea hijo del bipartidismo y realmente esté en la misma parte del electorado que se parte. Por eso no irá muy lejos con el PSOE. No puede perder el contacto físico con un PP que les trae los votos a la puerta con cada caso de corrupción que les entra por la ventana.
Cierto es que Sánchez, cogiendo la investidura por los dos cuernos (Podemos y Ciudadanos) ha resultado un recortador de categoría en todas las modalidades. En la de “salto”, su salto a pies juntillas sobre la investidura del PP ha sido precioso, con tirabuzón y todo. Pasará a la historia como algo para contar a los nietos y nietas de guardar. En “quiebros” espectacular. Más que quiebro, requiebro el que le esta haciendo a Ciudadanos, en un concierto tácito de marginalizar al partido “yo soy el ganador de las elecciones” y encerrarlo con ese juguete hasta las siguientes. Y que finura el “recorte” de riñones o castellano que le ha dibujado a Podemos. Emocionante, Iglesias ni le ha rozado con la cola. Sánchez en toreo de capote no daba mucho la talla, pero ha nacido una estrella del recorte en políticamaquia. Ahora mismo, es la mejor campaña preelectoral sobre el ruedo. La más natural, fina y segura. La que descentra y desquicia al oponente. Me quito el sombrero de Quito. Sigue así y llegaras.

Pablo Iglesias está encapotado, quién lo desencapotará, el desencapotador que le desencapote buen desencapotador será. Pero no parece. Aún no han percibido el cambio de atmósfera. El viento agitado de la indignación y el cabreo, una vez votado, se ha transformado en la expectación del que vendrá. En ese nuevo clima, los impulsos que le llevan al pulso continuo, a tensar las cuerdas y los discursos, se va desenfocando. El vivir desentonando pierde tono, y seguro que usted comprende la paradoja. Más aún a contraluz con Sánchez (o Garzón), que calmo y tranquilo te cuenta que por él no será que sea lo que debe ser. Van perdiendo el hilo e hilando torpezas como el "gallinero" de la Cámara. Ha sido como para darles la medalla al merito naval, por el charco en el que se metieron. Esto empezó con el Congreso rodeado de vallas y manifestaciones, de españoles que no sentían que dentro les representaran. Es el mañana votamos mañana os echamos, o los sesenta y cuantos compañeros cuya ausencia lloraba Rafael Hernando a las puertas del Congreso. La cuestión de dentro y fuera que dirían en Barrio Sésamo. Los ciudadanos de a píe es la única distinción que entendemos. Todos los escaños valen igual: un escaño un voto. Las desigualdades están en la calle y las sufren los ciudadanos. Lo otro son pamplinas cuando lo que te importa no es el lugar con el que te sientas. En fin, tienen su público y quizás creen que escogen bien su repertorio. Me faltan datos pero algo tengo de olfato. Podemos puede lo que ya puede, y si crece será en números relativos por abstención, ausencia o cambio de costumbres propia o ajena. Como el fantasma del Ulises de Joyce . 
Ese es el quid del trasunto. Déjenme soñar que estoy despierto, reclama, machadiano, Pedro Sánchez, en pleno "recorte" castellano. Nuevamente me quito el sombrero de Quito. Cierto es que en ocasiones, los fantasmas se desvanecen como un sueño soñado. Al fin y al cabo, "Todo es sueño", que concluía Antonio Machado ("Era un niño que soñaba").