domingo, 17 de septiembre de 2017

Cui prodest


Una de las estrategias de modelización del electorado, orientada a optimizar el programa electoral de un partido, consiste en encontrar la combinación de ofertas políticas complementarias con más apoyo social. Un intento de reflejar, literalmente, la mayor proximidad posible a lo que prefieren un máximo de votantes. Es la teoría espacial del voto, y tiene un carácter proactivo, orientado a movilizar y atraer electores. Es la publicidad pura y dura, en dónde se anuncian productos (políticas) que difícilmente son reconocibles cuando te las cruzas por la calle, una vez las has comprado y votas.

Esa es una situación estándar. Luego está el paraíso de cualquier político o partido. ¿Cuál puede ser? Es el ideal, lo mejor, la cesta de navidad en cualquier momento, el cumpleaños feliz el día de tu santo aniversario de lo que sea. Se trata de la situación, problema, conflicto para el que eres una solución posible. No siempre funciona, como fue el caso de P. López en primarias. Él era parte del problema y no de la solución, y por eso no le funcionó. Pero cuando sí. Cuando sí, todo el mundo te sonríe.

Y aún hay un plus. Cuando no solo eres una posible solución. El problema o conflicto se ha definido de tal forma que eres la única solución. Y el Partido Popular lo logró. Dejándoles entrar al trapo (al nacionalismo catalán) en una corrida en la que, de irse alguien, no serían ellos y menos de gusto. Sabiendo de antemano la única solución real, todo fue pasito a pasito a la solución. El Partido Popular no quiere, ni puede, ni debe permitir que se incumpla la ley (evidentemente afirman). El Partido Socialista, solo puede asentir y estar detrás. El Partido Popular va a ser un ejecutivo que actúa con determinación y eficacia para frenar la insurrección legislativa. El escenario de conflicto es de suma cero, y sobre el papel, solamente gana el PP.

Ahora, tenían un pequeño problema de comunicación en el PP. A pesar de las tracas, en el resto de España no estaban para feria de coplas. Cataluña, como problema, no era del día a día, como ir a comprar el pan. Vamos, que no importaba demasiado sus cosas. Ahí el problema. ¿De qué sirve ser la solución de un problema que a nadie le importa, al saber cuál será sí o sí la solución?

Eso, según alguna que otra encuesta ya está solucionado. Ahora tienen la atención que necesitaban. Ahora, parece que, de verdad, podrán capitalizar el problema definido de tal forma que solamente ellos son la solución. El PP resiste a todos los casos de corrupción (ahora investigan a Gallardón hijo, lo que es lógico tras abrir en canal al Canal) y todas esas nueces serán nada ante tanto ruido en Cataluña. Los medios de información están detrás de lo local: que los alcaldes dan la vara, que si la policía encuentra las planchas, que sí vigilan imprentas y cierran páginas web, que se yo. En una situación donde los dos quieren dar espectáculo, los medios están a tiempo completo.

Mientras tanto, los que desplumaron las cajas de ahorros se van marchando de rositas sin atención, ni focos ni comentario molón. En mi opinión, los políticos catalanes independentistas no han calculado hasta qué punto ni en qué punto se equivocaron de estrategia, de táctica y de postre. Tomando iniciativas, iban andando las casillas del juego de la Oca que tenía diseñado el PP. Más conflicto, más necesarios somos. Por lo pronto, ya han estabilizado y minimizado el daño electoral. Después, ya se verá, cuando la corrupción fuera de la agenda de los medios huela menos.

Es lo que más ofende de todo esto. No ya la ansiedad identitaria, por lo demás normal del ser humano en todas sus formas. Es la permanente sensación de que nos están tomando el pelo. Que los políticos que parecen alucinados no lo están tanto, y saben las auténticas razones que los lleva. Que muy posiblemente, tras la humareda del uno de octubre, todos arrimaran las ascuas a sus sardinas tras la hoguera de las vanidades. Es lo molesta, que a base de comunicación han logrado que muchos ciudadanos hayan dejado de olerse la tostada.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Galimatazo

“Hegel dice en alguna parte que la historia se repite dos veces. Le faltó agregar: primero como tragedia y después como farsa”. Marx era un excelente lector de la historia. Menuda novedad, vendrá a decir. Ya, pero como estamos con lo evidente y redundante, una más que más da. El cielo es azul, el mar salado y El 18 Brumario de Luis Bonaparte una joya preciosa. Mano a mano con la Grandeza y decadencia del pueblo romano, de Montesquieu. Además, si se anima, son de poca página. Ahora vamos a lo que vamos.
El drama del País Vasco fue la primera. Sangre y terror, tiros a la cabeza y a la inteligencia que la habita. Ernest Lluch, Tomás y Valiente, Miguel Ángel Blanco, tantos horrores en cualquier día. Tanto dolor para qué. Para poco o nada en lo de dejar de ser españoles. La otra sí. Dada su buena administración, ahora muchos españoles quieren ser también vascos. En uno de los debates previos a las elecciones, me preguntaban si podían votar al político del PNV, que parecía muy comprometido con sus votantes y barriendo para ellos. Aquí el único con escoba era Podemos, y barriéndose los pies, terminará de coche escoba de los que no encuentran a IU por ninguna parte.
En Cataluña, al gobierno nacionalista racionalista le ha dado por poner bombas legislativas en un querer es poder. El mantra es sencillo. El estado no puede, el estado no puede, el estado no puede decidir... Tamaño disparate alucinado requiere un “algo pasa por esas cabecitas, junto al lunar que tienes cielito lindo junto a la boca, no se lo des a nadie que me provoca”. En plan “El viaje de Chihiro” (otra gran película) me fui, en un viaje al otro lado, de lectura de la prensa nacionalista y me encontré con 100 razones para en lo que están. Lo de razones es por reproducir el titulo. Como en Alicia a través del espejo, el Galimatazo argumental nacionalista hay que leerlo en el espejo. Encontré que una razón para el mambo es tener canción propia en Eurovisión, o luchar mejor contra el cambio climático. Y por fin, en una lista enumerando cosas que recordaba las de Borges (animales que se dibujan con tinta y pincel, animales que cantan al amanecer) o Aristóteles (peces que se pescan hacia arriba y peces que se pescan hacia abajo) llegué al final de las casi 100 razones.
Y cierto, estos quijotes han confundido a través del espejo, a los gigantes con los molinos. Sancho Panza les dice, mire usted que no son molinos, que son gigantes. Pero ellos dale que dale Puigdemont, que no, que son molinos de viento. Que va a ser el estado de derecho constitucional un gigante. Pamplinas. Pues no tenemos aquí palabras mágicas para dar y tomar.
El problema, no es el intento. Son las consecuencias. Para más de uno el referéndum es el bálsamo de Fierabrás que todo cura. Especialmente los dolores del cuerpo electoral. Rajoy, pasito a pasito, está donde quería. Ya le digo yo como sufre, de tener la ley, la razón y la democracia de su parte. No es personal ni beneficio de partido, es derecho y democracia. Los mismos de la ley mordaza. Esos truenos ahora vestidos de nazarenos. La derecha catalana le ha hecho el gran favor a la derecha estatal.
Por otro lado, los anarquistas parlamentarios catalanes son hasta simpáticos, en eso de estar locos por incordiar. Han llevado a unos señores “embargables” hasta la línea de vértigo. Eso tiene su merito dado que la nueva versión de la lucha de clases se establece entre dos grandes grupos, los embargables y los no embargables. Que la burguesía embargable catalana baile al ritmo político de los no embargables es de “ole tu madre”.
La pregunta es siempre la misma, para cualquier ilusión.




sábado, 2 de septiembre de 2017

Pero qué haces tú aquí, una estelada en Madrid


El independentismo catalán tiene un problema. Con toda la traca mediática y tanto tantán solo un 3,8% considera que sea un problema para España (CIS dixit). Esto va de una de dos. Opción una, les da igual que tomen el dos. Dos, ni se molestan en pensar que se vayan todos a una. Dicho de otra manera, que sobre el terreno y en el calor de su rincón, allí juegan al yo-yo como me la maravillaría yo, pero que a los demás españoles, en su inmensa sabiduría de vivir al día, como que debatir sobre el sexo de los ángeles o el estado catalán les parece la misma.

Políticamente habrá bulla y que si golpe de estado, desvergüenza y opresión. Mucha noticia para los noticieros y los noticiosos en busca de dar la nota. Toma debate, tertulia y darse con la lengua repasos unos a otros. Pero la cosa no cala. Volvemos a la misma. ¿Preocuparse del problema catalán? Si no es por no preocuparse. Si hay que preocuparse, pues se preocupa uno o dos. Pero preocuparse para na… es tontería.

La diplomacia británica brilla en todo su esplendor en la negociación del Brexit. Y no va con segundas. Les critican su inconcreción, su falta de propuestas, de no sentarse a decir nada serio. Pues señores, esa es la definición misma de diplomacia de la buena. Sentarse para hablar en serio no lo hacen los diplomáticos, lo hacen los empresarios. Pero de esas mesas de negociación no se dice, no se habla, no se sabe.