Hemos seguido un sendero que se bifurca en dos
caminos. En lo económico el exilio exterior. Se marchan sobre todo los más
activos, con más iniciativa. Alejándose de especulaciones y maltratos
laborales. En lo político, el exilio interior. Menos se habla, por mucho que se
habla, del exilio interior en el que se refugian políticamente los ciudadanos
más progresistas. Un exilio político interior que, como es habitual, perjudica
a la democracia en España. Y hablo de España para hablar como ellos.
Llevan muchos años en el exilio. No participan
políticamente, entienden que sus protestas no sirven para nada. Votaban, pero
su voto no tenía eco en las políticas de los gobiernos. En absoluto es lo mismo
dictadura que democracia. Pero en ocasiones las formas de los gobiernos en
democracia recuerdan a las dictaduras. “un político tiene que acostumbrarse a
las protestas”. Dice Wert. Y oírlas como quien oye llover. Él lo dice, pero todos los demás lo
callan. Hace mucho tiempo que no gobiernan para todos. No en lo económico. No
en lo político. Y todos gobiernan para el mismo lado. Sea con matices desde la
izquierda, sea a cañonazos legislativos desde la derecha.
El drama tremendo es el colapso ideológico del
PSOE. Una estratagema básica en política consiste en generar el problema (o
definirlo, que es lo mismo) de forma que “quién sea” sea quien es la solución. Por
eso, todos piensan que la solución debe pasar por ellos. Hay un cansancio
tremendo de un partido desvertebrado en liderazgo (la hidra de Lerna es una
broma comparada), ideología (sigue la broma con el candidato socialista en
Galicia) o territorialmente (socialistas nacional-cantonalistas. Todos sabemos
lo que opinaba Lenin de ellos). La actuación de muchos líderes del PSOE lo
logró. Ha devuelto al exilio interior democrático a millones de españoles
progresistas. ¿Zapatero? Tan olvidado en tres días como Aznar. ¿Bono? Ya
queremos olvidarlo, aunque recuerde el “Dama, Dama” de Cecilia. Se colgó la
medalla por cumplir una promesa electoral. Ya entonces apuntaba maneras. José
Bono es y era un síntoma de la enfermedad que corroe los huesos
organizacionales e ideológicos del socialismo español. ¿Cómo regresar a los votantes
exiliados socialistas? La mayoría lo saben. Pero callan
dado que la respuesta no pasa por ellos. Más bien, pasa de ellos.
Los convergentes catalanes apostaron por una
campaña electoral basada en la divergencia. Y nos metieron en el “cul de sac”
independentista. Que todo es campaña lo demuestran las tonterías y
extravagancias de las declaraciones de los políticos del PP y compañía. En su
dinámica estúpida ya han perdido el norte. También están desnortados los políticos
del PSC pidiendo amparo en Europa, los de ERC exigiendo que prometan que no
intervendrá el ejército, los del PP hablando de que será de España sin
Cataluña. La duda es si están todos en una campaña tonta o están todos los
tontos en campaña. Contra la estupidez… Habrá que decirlo claro. De ese modo, a
la fuerza, no hay ni habrá independencia de Cataluña. La unidad de España es un
juramento para algunos. Y defender la constitución también. El federalismo es
posible desde la legalidad. Pero un paso fuera y de nada habrá servido que se
abandonara el Sahara a Marruecos. Y a buen entendedor…