Me gustaría, en este momento de
adversidad, romper una lanza por el exministro Wert (Se que aún no, pero ya
queda menos). Evidentemente, romperla en la cabeza del que le nombró. Rajoy,
dirán ustedes. Y no les digo yo que no, pero tampoco que sí. Considerando todo
lo que ya le mentó media España, su nombramiento ha tenido que ser Dios
mediante. Es evidente: ha dejado la educación pública hecha un Cristo de las
cinco llagas. La última laceración, para asegurarse de que ya va bien muerta,
la dio en el costado de la igualdad de oportunidades. Están a vueltas con el
coma 5. Que si 6,5 o 5,5. ¿Alguien comprende con el decimal tanto ahincó? Dicen que el diablo
se esconde en los detalles. Y todo para asegurarse que la privada y la
concertada suban a los cielos. Eso sí. En Madrid bien sexados, uniformados, y
siempre en filas separadas según tengan colita o coleta. A los mixtos que
tienen colita y coleta, los tienen enfilados de siempre. A menos que seas
acolito, vivas cerca de Recoletos y te llames Chema o cualquier variante de
Borjamari.
Y
pienso yo que los ministros deberían de tener la misma garantía que una plancha
o una lavadora. Como mínimo. Algo así como ministro “dequévas”. Estoy seguro
que Rajoy a todos les preguntó ¿Y en el ministerio que harás? Y ellos le
contestaron muy modosos, “dormir y callar”. Pero luego no. Oye. Y están toda la
noche en un desvelo con la trastada para mañana. Y en lugar de callar, cada vez
que abren la boca encallan la sensatez. De ser yo presidente me diría… pues
cómo te lo explico… que cualquiera se equivoca. ¿Qué no funciona? Pues sin
dramas. Coges al paquete que desempaquetado continuó siendo un paquete, le
quitas el empaque (que total “pa` qué”), lo vuelves a envolver y lo devuelves a
capilla a vuelta de correo. Que de todo hacemos una remodelación ministerial
(Instrucciones de uso: entonar en chulapo madrileño versión “Verbena de la
Paloma”). En fin, como devolverlo al chiquero está por lo breve descartado, y
ya entrando a banderillas, parece que están pensando una campaña para “en
mejorar” su imagen, al parecer algo disminuida por el ejercicio propio y ajeno.
Tal y como lo leen las niñas de sus ojos. Quieren lavarle la cara a Wert. Será
difícil. Hay mucha por lavar. Para su política de educación será precisa una
“karcher”. Solo el agua a presión podría levantar tanta roña conservadora y
clerical que acumula en tan poco. Pero volviendo a la “misión imposible” y por
curiosidad, me meto en la “web” para ver de qué va el lavado de cara. No se
inquiete que comparto.
Leo que para lavarse la cara hace
falta agua, jabón, manos y cara. El resto del cuerpo, aunque imprescindible, es
accesorio a la cuestión. Cosa importante: la piel. Hay cinco tipos básicos:
cutis graso, normal, seco, de político y de banquero. Para el graso lo ideal es
lavarse la cara tres veces al día. El normal hay que ir probando cómo de
normal, pero por lo normal recomiendan lavarse normalmente la cara dos veces al
día. Salvo fiestas de guardar y jornadas preelectorales. El cutis de político,
la cuestión es delicada. Importa tanto el lavado como la intensidad del
enjuague. El Ministerio de Educación se reunió con el clero para pactar la ley.
Costó una segunda vuelta de pregunta para que confesaran el enjuague… Y,
paradoja paradoja, con tanto enjuague va ser difícil de lavar la imagen del
ínclito. Los banqueros, en España, hoy por hoy, antes de lavarlos hay que
ponerlos en remojo.
No quisiera ser totalmente
negativo con Wert. Tiene sus ventajas. La reina, acompañada del futuro
exministro, escuchó una sonora pitada en el homenaje a Teresa Berganza. Bueno, todos se la atribuyeron a Wert.
Que también y más. Unos días más tarde la reina escuchó una sonora pitada y
abucheos al entrar en el auditorio, para oír un concierto de Beethoven en versión
¿A qué dedicaría yo el resto de mi vida?. Dicen que pidió saludar el futuro
exministro. Su “disculpe que le moleste” fue cuando le pasaron a Wert por
teléfono, sorprendido de que le llamaran a casa para saludarle. Desde entonces,
dicen las malas lenguas, en la real casa se pelean para que les acompañe el
futuro exministro a todas partes.
La justicia en España está de fábula.
Observo admirado con que agilidad funciona el sistema de garantías. Al parecer
un honesto trabajador de banca fue enviado a provisional así por las malas.
Rápidamente la justicia a una se puso en marcha y fue un visto y no vista. Como
en lo pasado no entra, de está se escapa con prensa y cobertura. Que gusto una
España con todos igual de jodidos y, por no generalizar, otros igual de iguales
ante la justicia, la educación o hacienda. Algunos jueces buenos dicen que el
Rey no tiene más derecho al honor que los demás ciudadanos. Son los
cortocircuitos entre democracia y monarquía. Entre plebeyos y villanos les
estamos dando el reinado. ¡Qué noches las de aquellos días!
A la infanta le adjudican más
propiedades que al vino y el aceite juntos. Montoro, lo explica con un
“nosequeseyo”. Los curritos de la Agencia Tributaria se quejan de que no les
dejan mirar “lo qué” de “quién”. Y ahí la explicación. Enviaron el informe y no
lo comprobaron dado que no podían mirarlo. Y en el “no me mires, no me mires,
déjalo ya” lo enviaron sin maquillaje, je. Y quedo todo demasiado vulgar, para
qué al juez le pueda gustar. ¿Encarna, dígame? Pues eso. El Ministerio envió el
informe al juzgado por el método de “doble ciego”. Sombra aquí y sombra allá. A
eso viene lo de los fantasmas, Montoro y su ulular. Ulules que surgen siempre
que frotas Hacienda, políticos y Casa Real. Cacofonías: ruidos de cacos.