martes, 1 de noviembre de 2016

Una modesta proposición para mejorar la democracia representativa


La última aventura parlamentaria nos ha revelado el camino para proponer mejoras sustantivas en la democracia representativa española. Mejoras que aportarán sin duda flexibilidad, agilidad y, sobre todo, dignidad a tan elevadas funciones. Por fortuna, la disciplina de voto en todos los partidos permite que sus señorías sean por lo general reductibles a un dedo. Más concretamente, a la yema de un dedo-aprieta-botones. Diputado o senador, es realmente una sinécdoque de “yema del dedo”. Usamos el todo para referirnos a la parte que es realmente funcional y orgánica. Ustedes pensaran que no hay tal. Hay diputados que usan la cabeza. Les invito a probar a pulsar un botón con la cabeza para que comprueben su dificultad. La evidencia histórica, además, así lo avala. Ningún grupo logró parar leyes, o impulsarlas, a golpe de testa. Ni siquiera el PNV.

Y aquí las propuestas de mejora para dignificar la democracia parlamentaria española. Dado que tan alta dignidad se expresa constitucionalmente con el mismo dedo perfora-narices, parece adecuado que sus señorías empleen guantes de un dedo para pulsar. Su limpieza es evidente y, de hecho, una de las ventajas adicionales es que puestos a firmar contratos y comisiones, no dejan huella dactilar. Otra obvia es su empleo reciclable como condón. Nadie sensato se calza un guante a falta de preservativo. Pero es evidente que para un miembro parlamentario un condón le viene como guante al dedo.

Otra posibilidad para estudiar es el teletrabajo. Presionar un botón, fácilmente lo pueden hacer desde casa. ¿Y los debates? No me ría usted en la cara. ¿Debates? Es palmario que lo habitual es la palabra a cámara vacía y cafetería llena. La mayoría de los diputados y diputadas están a sus cosas, y corren como liebres para darle al botón. Pero venga ya. Si hasta el parking se paga ya con el móvil. Un mensaje al móvil: vamos a proceder a la votación de la proposición de ley para eso que negociaban el otro día en el restaurante “Cómo como”. Si usted es representante del Partido Popular, pulse 1. Si usted es del PSOE, pulse 2, y así sucesivamente hasta llegar al grupo mixto, que pedirán hablar con una operadora.

Mejor aún. Podemos ahorrarnos la nómina de los diputados y diputadas. ¿Alguien ha visto un diputado o diputada de carne y hueso preguntarle qué quiere para España? Su existencia, salvo en los restaurantes y saraos institucionales, es virtual. Pues una propuesta para modernizar la democracia española es la de “diputados virtuales personalizables”. Los partidos pueden formar listas bisagra con una serie de candidatos-virtuales, a los que, como se hace en los videojuegos colocan barba, color de pelo, sombrero, pañuelo y en general todos los rasgos fisonómicos que les permitan llegar mejor al votante. Carteles con el “Photoshop” al 100%, y no como ahora, que es un quiero y no puedo. Los currículos son también customizables. Total, para lo que les luce, da igual que sea abogada, ingeniero, notaria o peón caminero. Pero estarán mintiendo, dirá usted. Pues va que no. ¿Olvidó que eran virtuales? ¿Qué no existen? Si mañana todos los diputados y diputadas se intercambian el cv ¿Usted pueblo llano (antes clase a media altura) lo notaría en su acción política?

Vale. ¿Y quién pulsa el botón? Dirá usted. He aquí la solución: centralita. Dado que orgánicamente todos saben por disciplina de voto lo que van a votar, llegado el pleno la presidenta de la cámara, desde su casa gallega, llama a las sedes de los partidos y les pregunta, ¿Cuántos con los que saques? En la centralita del partido tendrán anotado en la servilleta del almuerzo la posición parlamentaria y dirán algo así como “Aquí tengo apuntado tantos en contra… no, perdone, son cuantos y a favor. Era la servilleta del bocadillo pasado. Qué cosa más tonta. Y bueno ¿Qué tiempo tienen por Galicia? ¿Soleado? El cambio climático es lo que tiene… No, no me meto con el primo de Rajoy. Vale, le pasaré la queja al órgano competente. ¿Qué aquí no somos competentes? Oiga señora… Joder. Pues no ha colgado la muy”. Suma, sigue y al final, un mazo de ahorro en nóminas, viajes, gastos protocolarios. Y sobre todo disgustos.