sábado, 29 de septiembre de 2012

Soberanía popular


Hemos pasado del “vaya, vaya aquí no hay playa” al “valla, valla, valla ahí detrás está el Congreso”. Rodeado durante días por un mar de vallas y vayas. Físicos y conceptuales. Porque vaya con las cosas de algunos diputados y diputadas. Y claro, los vaya terminan en valla. Son las leyes de la fonética y qué se le va a hacer. Si inicias el sendero de vayas y continúas por el de vallas azules, poco antes de llegar hasta el arco iris de Chueca, encontrarás una olla llena, llena de diputados electos por el pueblo para que les represente allí dentro a escondidas. A escondidas he de hablarte y representarte, a escondidas. Lo peor de todo es que la frase anterior parece demagógica. Mira que recordar para que se eligió a los diputados.
Por cierto, andan molestos muchos reputados de que los ciudadanos les pidan cuentas. A ellos. Y ellos qué saben. Que le pregunten al partido. La mayoría son figurantes listados para moverse por los pasillos, llenar el pleno y poner banda sonora al hemiciclo. En ocasiones, las palabras basta con escucharlas. Hemiciclo. Del griego, “mitad del circulo”. Qué gran verdad llamar al contenido por el continente. Ya estaba claro que sólo se representaban formalmente 180 grados del horizonte social. La mirada de la clase media y nacionalistas. Ahora cada vez menos, diría yo, si atendemos y oímos a los ángulos muertos; los ángulos ciegos. La sociedad que no ven. La sociedad que no les ve. Como mucho, atendiendo al ángulo ideológico entre izquierda y derecha, el hemiciclo es de 40 grados. Son las cosas del consenso y ese norte magnético que tanto tiempo ha marcado el poder económico. Algunos políticos, poco a poco, se magnetizaron por el roce con el dinero fácil y, como las agujas de una brújula, giraron buscando su guía natural. Por eso, lo más que logran es ser retóricamente oblicuos entre ellos. Y por supuesto, muy obtusos para los demás. No parece haber mucha amplitud de miras en nuestra política. No es de ahora. Ya viene de atrás.

Si es digno de verse como se blindan los ciudadanos contra sí mismos en el Parlamento, más lo es ver cómo se ensimisman cada vez más en las calles. Es consecuencia de que ahora más que nunca impera la voluntad popular. Así usted puede ver un grupo de funcionarios ensimismados cortar calles. Otro grupo de mineros ensimismados marchar hacia Madrid. Multitud de jóvenes ensimismados gritar “le llaman democracia y no lo es”. Con tanto ensimismamiento y tan poco pensar en el interés general, no sé a qué nivel de desempleo y desahucios vamos a llegar. No como hacen, y corresponde, a muchos políticos de ‘pro’, que con tanto ‘pro’ nos tienen a todos de popa y retro. Como enfatizaba Martínez Pujalte, en una parodia de su personaje en “El Jueves”: aquí en el Congreso reside la soberanía popular. Y cierto es. Con la mayoría absoluta de los populares en las últimas generales, están haciendo su soberana voluntad. O, siendo en propiedad una monarquía parlamentaria, su real gana. Como en los tiempos del “mire usted”, hoy en día el Congreso es la sede absoluta de la soberanía popular.

Y hablando de soberanía, es admirable lo bien mandados que son los políticos de derechas con mando en plaza. Antes se lo reprochaban al Gobierno llamado socialista. Ahora es la excusa del Gobierno llamado popular. “Llamé al BCE y no me oyó. Pues que sus puertas me cierran, de mi paso por el Euro responda Merkel y no yo”. Queríamos pensar, aunque sabíamos la realidad, que esto era amor. Amor europeo sentido por esta apartada orilla. De eso que los cursis de USA llaman amor verdadero. Por eso, en la moneda única íbamos en gananciales. Otros, como los británicos, siempre han sido pareja de hecho, con separación de bienes. Tenían claro que cohabitaban en un matrimonio de conveniencia. Y ya disfrutan lo que mucho querían: la política exterior de la UE. Ahora se financia el Norte con la crisis de deuda del Sur. Y si te vi no me acuerdo. A nadie extrañe que las clases medias terminen en la de Shakespeare (Hamlet, acto tercero, escena primera).

“¡Ser, o no ser, es la cuestión!—¿Qué debe
más dignamente optar el alma noble
entre sufrir de la fortuna impía
el porfiador rigor, o rebelarse
contra un mar de desdichas, y afrontándolo
desaparecer con ellas?”

Es el “¿qué hacemos?” de la clase media descendente: sufrir para continuar siendo lo que querían o rebelarse contra tanta desdicha y desaparecer. Parecer ser o perecer, ese es el dilema. Las consecuencias son obvias: desaparecen las clases medias y se desvanece la democracia tal y como la queremos. 

Está de moda. “Me he equivocado-Lo siento-No volverá a suceder”. Andrea Fabra, hay que joderse, va y dice lo que siente. No lo que piensa sobre los desempleados. Pensar es mucho suponer. Con lo mal pagado que está pensar. Incluso te pueden confundir con una indignada. Ya intuíamos que se inauguraba una nueva época con un nuevo encanto. Con palabras mágicas que se suman a las existentes: ‘Abracadabra recalificación’, ‘achilipú factura al cajón’, ‘amiguito del alma toma comisión’, ‘tú más’, ‘sobrecoste y chimpún’, ‘herencia recibida y olé’, y tantas otras habituales en la jerga política. Al menos valenciana, que es el dialecto político que más escucho y menos atiendo.

Ruiz-Gallardón continúa revuelto con la ascendencia y a vueltas con la descendencia. Ya reconoció públicamente a Fraga como su padre putativo, políticamente hablando, y ciertamente ese ‘Pater Putativus’ tiene sobre su descendiente un gran ascendente. Con tantos padres (propios y putativos) no le faltan razones para interesarse por toda madre-mujer. Ahora le ocupan y preocupan los fetos con malformaciones físicas. Las malformaciones democráticas, que son de mayor interés público y actualidad no le interesan tanto. Pero como notario mayor del reino está empeñado no sólo en dar fe, sino también en repartirla. Yo le comprendo y le animo que continúe con su vocación y esfuerzo en lugares más altos. Altares creo que les llaman.

Por último, ya han llegado señales del otro mundo y habrá que estar al qué. Lagarde señala que vamos demasiado rápidos con la tijera social. Draghi, advierte que los contribuyentes españoles ya han sufrido y pagado bastante y que alguien (financieramente hablando) debe asumir pérdidas. Eso allí fuera. Dentro las esquizofrenias gubernamentales van a más. A) Alonso dice: “no nos pueden rescatar. Somos demasiado grandes”. B) Montoro dice: “debemos hacer todo lo posible para evitar que nos rescaten”. C) Soria dice: “ya hemos hecho todo lo que nos podían pedir de habernos rescatado”. Montoro y Alonso son tal para cual: una contradicción entre elementos. Más interesa Soria, al confirmar lo que ya sospechábamos. Supuestamente para evitar que nos rescaten, el PP ha hecho -y mucho más- de lo que nos harían si nos rescataran: subir IVA, reducir la protección social, quitar vacaciones, bajar sueldos, despedir, privatizar, cobrar medicinas y más y más... Dando por descontado que no les importamos más allá del voto (no lo hicieron antes y menos ahora). ¿Podemos preguntarnos a quién protegen evitando el rescate? Ya sabemos a que nos machacan con la amenaza de un rescate imposible y con condiciones ya cumplidas. ¿Hay algún poder económico o político que quede al descubierto con un rescate? ¿Cuánto de resistir la derecha en el Gobierno hay tras tanto destrozo democrático y social? Si las consecuencias del rescate son justo las que estamos viviendo, Soria ‘dixit’, ¿De qué va esto? Por lo que toca al pundonor español, que nos rescaten. Al menos nos ahorraremos pagar al siete y medio lo que los Bancos pagarán a la de tres. Y sobre todo, nos ahorraremos el sufrimiento inútil que nos espera por salvarle la cara a muchos políticos. Precisamente por su desgobernado Gobierno.

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