sábado, 2 de septiembre de 2017

Pero qué haces tú aquí, una estelada en Madrid


El independentismo catalán tiene un problema. Con toda la traca mediática y tanto tantán solo un 3,8% considera que sea un problema para España (CIS dixit). Esto va de una de dos. Opción una, les da igual que tomen el dos. Dos, ni se molestan en pensar que se vayan todos a una. Dicho de otra manera, que sobre el terreno y en el calor de su rincón, allí juegan al yo-yo como me la maravillaría yo, pero que a los demás españoles, en su inmensa sabiduría de vivir al día, como que debatir sobre el sexo de los ángeles o el estado catalán les parece la misma.

Políticamente habrá bulla y que si golpe de estado, desvergüenza y opresión. Mucha noticia para los noticieros y los noticiosos en busca de dar la nota. Toma debate, tertulia y darse con la lengua repasos unos a otros. Pero la cosa no cala. Volvemos a la misma. ¿Preocuparse del problema catalán? Si no es por no preocuparse. Si hay que preocuparse, pues se preocupa uno o dos. Pero preocuparse para na… es tontería.

La diplomacia británica brilla en todo su esplendor en la negociación del Brexit. Y no va con segundas. Les critican su inconcreción, su falta de propuestas, de no sentarse a decir nada serio. Pues señores, esa es la definición misma de diplomacia de la buena. Sentarse para hablar en serio no lo hacen los diplomáticos, lo hacen los empresarios. Pero de esas mesas de negociación no se dice, no se habla, no se sabe.

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