Aitor Esteban lo expresó en breve.
A Feijoo no le faltaban votos para ser presidente del gobierno. Realmente le
sobraban votos. Los de Vox. Y todos sus horizontes son Vox. Los medios ya le
dan a la derecha casi 200 escaños con Vox. Siempre suman a Vox. Siempre necesitan
a Vox. Y Vox es mala, muy mala compañía. Podrán llegar al gobierno de España,
pero no es lo mismo un discurso mediático extremista que las políticas extremas
de Vox. Ganar con Vox es perder todos, incluidos ellos mismos.
Feijoo cabalga el tigre. Sabe que no puede bajar de él, no por el
tigre, sino por los lobos y lobas que están esperando. De poner pie en tierra, González
Pons, Gamarra, Ayuso y todos los que le tocan ahora la pandereta lo masacran. Ya
le dieron patada en pandero al anterior. Seguir en el tigre le obliga a no
entrar en poblado democrático. ¿Qué derecha regionalista o nacionalista es tan
suicida como para meterse en las fauces de Vox? Feijoo vive el clásico “ni
contigo ni sin ti tienen mis males remedio, contigo porque me matas. Sin ti porque
me muero.”
Y aquí tiene la explicación de la
mala carita que lleva Alberto desde que clarea el día. En qué momento funesto
le sedujeron la muecas de Ayuso para dejar Galicia y venirse a su terreno (de
ella). Él, que vivía con vistas a la catedral en todas sus ventanas, peregrinó para
convertirse en penitente de la cofradía del santo coso madrileño.
Todo es un eco de lo mismo “Nace
en las Indias honrado donde el mundo le acompaña; viene a morir en España y es
en Génova enterrado”. Quevedo era la versión patria de Nostradamus a lo que
se ve.
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