lunes, 4 de abril de 2016

El ahora eterno


Comparto y reparto un texto ajeno pero muy próximo. Por ir ampliando miras y lo que miras.


"Sólo dispongo de espacio suficiente para referirme a su observación (de McLuhan) respecto a la preocupación de los medios por lo que nuestros críticos más eminentes siguen deplorando como «malas noticias».
En ningún otro lugar he encontrado más sucinta respuesta a los continuos lamentos acerca de la perversidad de la prensa amarilla. En efecto, McLuhan observa, acertadamente, que son las malas noticias ----escándalos sexuales, catástrofes naturales y muertes violentas- las que venden las buenas, es decir, la publicidad. Las malas noticias son el reclamo con que se atrae a los bobos. Como ilustraciones en un manual de quinto curso de básica, las secuencias emitidas por la CBS o la CNN nos enseñan el catecismo del siglo XX: en primer lugar, arriba de todo, el admonitorio desfile de cadáveres en bolsas de plástico que se cargan en ambulancias de Brooklyn o del sur de Miami; en segundo lugar, el infierno del incendio de un bloque de pisos o de unos almacenes en llamas; en tercer lugar, una siniestra procesión de criminales detenidos por atraco o asesinato, a los que llevan encadenados. Después de dejar bien clara la lección del día, la cámara vuelve con alegría a la sonriente locutora y luego, con su amable permiso, a los anticipos del paraíso patrocinados por Delta Airlines, Calvin Klein o la aseguradora State Farm Insurance. La homilía resulta tan evidente como una obra de teatro moralizante de la Edad Media o las manchas de sangre en el traje Armani de Don Johnson: «Respeta la ley, paga tus impuestos y sé educado con los agentes de policía e irás a las Islas Virgen pagando con tarjeta American Express. Viola la ley, olvídate de pagar tu cuota de la seguridad social, sé grosero con los agentes de policía y acabarás en una bolsa para cadáveres en el hospital del condado».
El negocio de los medios de comunicación de masas consiste en vender productos, tanto propios como de sus clientes, y los críticos que se quejan de la constante exhibición de violencia no han reparado en la similitud con el negocio de la cocaína. Las malas noticias implican la participación del espectador en lo que McLuhan identificó como una emergencia colectiva de intensa conciencia (en un proceso que hace que los contenidos del articulo parezcan más bien secundarios»), y lo preparan para las «buenas noticias», producidas con muchísimo más dinero".

Lapham, L. (1994) El ahora eterno en McLuhan M. Comprender los medios de comunicación. La extensiones del ser humano. Barcelona: Paidós. Páginas 15-16

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