Comparto y reparto un texto ajeno pero muy próximo. Por ir ampliando miras y lo que miras.
"Sólo
dispongo de espacio suficiente para referirme a su observación (de McLuhan) respecto a la preocupación
de los medios por lo que nuestros críticos más eminentes siguen deplorando como
«malas noticias».
En ningún
otro lugar he encontrado más sucinta respuesta a los continuos lamentos acerca
de la perversidad de la prensa amarilla. En efecto, McLuhan observa,
acertadamente, que son las malas noticias ----escándalos sexuales, catástrofes
naturales y muertes violentas- las que venden las buenas, es decir, la
publicidad. Las malas noticias son el reclamo con que se atrae a los bobos.
Como ilustraciones en un manual de quinto curso de básica, las secuencias
emitidas por la CBS o la CNN nos enseñan el catecismo del siglo XX: en primer
lugar, arriba de todo, el admonitorio desfile de cadáveres en bolsas de plástico
que se cargan en ambulancias de Brooklyn o del sur de Miami; en segundo lugar,
el infierno del incendio de un bloque de pisos o de unos almacenes en llamas;
en tercer lugar, una siniestra procesión de criminales detenidos por atraco o
asesinato, a los que llevan encadenados. Después de dejar bien clara la lección
del día, la cámara vuelve con alegría a la sonriente locutora y luego, con su
amable permiso, a los anticipos del paraíso patrocinados por Delta Airlines,
Calvin Klein o la aseguradora State Farm Insurance. La homilía resulta tan
evidente como una obra de teatro moralizante de la Edad Media o las manchas de
sangre en el traje Armani de Don Johnson: «Respeta la ley, paga tus impuestos y
sé educado con los agentes de policía e irás a las Islas Virgen pagando con
tarjeta American Express. Viola la ley, olvídate de pagar tu cuota de la
seguridad social, sé grosero con los agentes de policía y acabarás en una
bolsa para cadáveres en el hospital del condado».
El
negocio de los medios de comunicación de masas consiste en vender productos,
tanto propios como de sus clientes, y los críticos que se quejan de la
constante exhibición de violencia no han reparado en la similitud con el
negocio de la cocaína. Las malas noticias implican la participación del
espectador en lo que McLuhan identificó como una emergencia colectiva de
intensa conciencia (en un proceso que hace que los contenidos del articulo
parezcan más bien secundarios»), y lo preparan para las «buenas noticias»,
producidas con muchísimo más dinero".
Lapham, L. (1994) El ahora eterno en McLuhan M. Comprender los medios de comunicación. La
extensiones del ser humano. Barcelona: Paidós. Páginas 15-16
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