martes, 15 de marzo de 2016

Leaving el Congreso o la política como rock and roll

No tengo planes más allá de esta investidura, debió pensar Sánchez. Tampoco importaba. El futuro está escrito en los genes estúpidos de las organizaciones. La noche electoral ya anunció que tendríamos elecciones a poco tardar. Una conjunción de astros y satélites así lo indicaba. El liderazgo de facto de un Rajoy discursivamente estupefacto, combinado con el gusto por hacer desaires y solos de batería de Iglesias y la afición de los niños del coro (Sánchez y Rivera) por no salirse de la foto (yo con el PP ni agua, pues anda que yo con Podemos) nos dejaba en puertas. Las siguientes elecciones se jugarán a suelos, abstención y transferencias de ida y vuelta. Y olvidemos los parámetros conocidos hasta el 2011 y el “anda que…” de 2015.
Ahora la cuestión es hasta que punto el PP está en un error de cálculo o no. Tiene un suelo robusto, y difícil es que en horas de lamento moral y penuria electoral bajen de los seis millones y medio. Pero eso fue antes de Ciudadanos y que los votantes conservadores tuviesen un plan B electoral, para huir de la financiación B del partido. Muchos de los electores del PP se forjaron en el antifelipismo de los 90, y odian, ellos odian, a Peter Pan y al PSOE. Con ellos agitar el que vienen y se les eriza el cerebelo. Pero incluso a esos, ahora cuarentones, les ha madurado la calvicie, el paro y perciben la molicie de Rajoy. El PP resiste, pero muere. Y esta puede ser la primera muerte electoral real. La de 2004 fue un mal sueño producto de la indigestión al manipular la información en mal estado con la que se alimentaron. Pero esta agonía es el resultado de su propia enfermedad orgánica. Electoralmente puede mantener un pulso más o menos estable, pero ya entró en coma político.
Podemos, ¿Qué más decir que no hayan dicho ya ellos, afirmando lo contrario? Cada día. No cada día. Cada hora o minuto que pasa y pesa con el gobierno disfuncional de Rajoy es un clavo en su ataúd. Han sido incapaces de percibir que el pacto a la valenciana no va. Eso siendo bien pensados, que la intuición sugiere que buscaban otra. Pero colegas, ya os digo que no pasará otra ola. Es “now or never”. De aquí a la eternidad como partido testimonial. Una ocasión de moda y circunstancia. Los restos políticos del naufragio social de una tempestad económica. Habrá más tempestades, dado que el capitalismo produce “el niño” y “la niña” de forma estructural en todo el mundo mundial. Pero ya no será igual, el día después. Otra oportunidad perdida. La lección es obvia (por favor, acento argentino o uruguayo). No es compatible ser transversal y emplear discursos extremadamente laterales.
Ciudadanos ahí esta. Ni mucho ni poco ni de ningún color. Que viva España y los españoles. Que hasta aquí hemos llegado al haber venido y no marchado. Dale que dale al si por mi fuera… En su ni chicha ni limoná puede ser el punto de encuentro de todos los desencuentros. Por lo pronto, se vende como partido placebo, que si bien no cura, tampoco hace daño. Les va bien en ese estar pero no hacer sentir ni padecer.
El PSOE no se quiere. Sí, ya sé que sé adoran para sí. Pero lleva dentro tres heridas (M.H.) por las que se desangra en los brazos de sus electores. Siempre hubo muchos PSOES dentro del PSOE, pero nunca la enfermedad autoinmune que padece fue tan aguda. Sánchez sonríe y se esfuerza como los gimnastas, pero su organización padece de lo que parece. Demasiados pareceres.
IU no sabe ya si se refunda sobre sí misma o en otra parte. Ahora que le vuelven los rebotados de Podemos (la casa de las mil flores regionales, aunque quede muy chino) juega al escondite con ellos. Resulta difícil encontrarles para votarles. Ya veremos si se centran en la izquierda internacionalista (los parias y sinónimos, incluidos los esclavos del consumismo), que es su hábitat natural y se deja de ir para venir.
El mundo gira y gira en el espacio infinito, mientras que aquí, en el planeta tierra la realpolitik, para los más jóvenes leer la wiki, ha vuelto para ocupar todos los rincones y quedarse con el discurso de lo deseable. La tremenda tragedia, a principios del siglo XXI, del derrumbe y arrumbe de los derechos humanos y su sustitución por el “mí, me, conmigo”. Pero aquí, en un rincón de la Unión Europea, un Congreso como aldea Gala, resiste y persiste en unas cuentas que no cuentan, pero que no da. El mundo gira y gira en el espacio infinito para los astrónomos. Para los políticos españoles todo gira y gira en torno a sus ombligos congresistas. El hambre, el frío, la desesperación pueden esperar. Están presentes en todas sus pociones, aunque no en sus acciones. En fin, ya se acerca el momento de abandonar el Congreso y volver a prometer estar a lo que importa para después, pues eso: porta.


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