Qué cosas. Acostumbrados a que unas elecciones las ganen
todos, ahora estamos en esa rara ocasión en donde si no las han perdido todos,
son muchos los que están perdidos. Todo es tan evidente que ni aún los sobreanálisis
(Freud) de tanto psicólogo de calderilla y parrilla logran confundirlo. Escribía
Freud que “El aviso de que deberíamos dejar tranquilos a los perros que
duermen, que tantas veces hemos oído en relación con nuestros esfuerzos por
explorar el mundo psíquico profundo, es particularmente inadecuado sí se aplica
a la vida psíquica. Porque si las Pulsiones están produciendo trastornos esta
es la prueba de que los perros no duermen; y sí realmente parecen estar
durmiendo, no se halla en nuestras manos el poder despertarlos”. No estaría yo,
sin embargo, tan seguro como Alfred. Qué se lo pregunten a Adorno cuando, dándole
explicación a lo pasado con los regímenes autoritarios propone que “el entorno
social influyó en la expresión del prejuicio”. Una buena escandalera mediática
despierta al perro más adormilado. Los prejuicios han ladrado en las urnas,
aullando como nunca antes aullaron desde la campaña de 1993.
En un esfuerzo mental, aplicando el musculo psicoanalítico
con precisión, logré aislar la melodía que zumba en cuatro mentes portentosas de
la política española. Lo importante es el significante más que el significado y
los campos de connotación son los que son. Cambiar dama por poder, cambiar amor
por afición, cambiar todo lo que sea humano por la maña política de la torcida
(también la futbolística).
En el PSOE, como mosca embotellada, suena, con melancolía
de los tiempos, el “Cuesta abajo” de Gardel.
Podemos y todas las confluencias, que más parece rio que ría,
está con el Yira Yira, en plena tristeza post doctoral.
En el PP lo llevan de serie, desde que midieron las
hechuras de su electorado. Dale al Cambalache, que es el tuétano de sus
campañas.
En Ciudadanos, fue muy difícil, dada la tendencia a dejar
en blanco su mente colectiva. Sin embargo, las pulsiones que hablan de su
futuro, afirman que le darán al tango más famoso “La Cumparsita”.
Ya lo cantaba Gardel, que nos tocara Volver…
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