Todos sabemos cómo terminará esto de
Cataluña. Y se sabe desde el principio. Solamente los desconectados de la
realidad o los que hablan con tanta fluidez el doble lenguaje que se quedan obnubilados
en sus pliegues no lo ven. Ese doble lenguaje que el Gobierno de la Verdad está
utilizando profusamente en Cataluña, desde que un golpe de mar electoral les
arrojó a las playas de los lotófagos. En el doble lenguaje, imponer minorías se
llama democracia, odiar y abrumar a los demás se llama libertad, y así dale que
dale Miguel diciendo una cosa con los labios y haciendo otra con la lengua.
No hay nada aberrante. Nada social es
espontaneo. El clima de odio es resultado de practicar la socialización por el
extremo del adoctrinamiento. La diferencia es simple. Los individuos se
socializan en la diversidad de las familias, los grupos de amigos, las
escuelas, las asociaciones deportivas o culturales, etc. El adoctrinamiento lo es
en una fe. Sea esta religión, política o deportiva. El adoctrinamiento en un paraíso
perdido y recobrado (nosotros desde el neolítico neohistorico, nosotros en un
futuro universal) y un infierno (los otros, a lo Sartre). No hay diferencia
entre un niño con una bandera de España con el aguilucho, la gamada, la
estelada, la confederada en EE. UU., y todas las banderas de patriotas. La única
bandera decente (por decir algo) es de estados y ciudadanos. Todas las demás
son poner una cruz en los hombros de los niños. Los encaminan a la crucifixión
de su libertad personal, del espíritu crítico.
Y ahora el ahora. Felipe VI no dio el
discurso para Rajoy o por Rajoy. No nos hablaba a civiles o políticos. Es difícil
dudar cuantas llamadas ha recibido de compañeros de armas preocupados. Los policías
clamaban “dejadnos actuar”. Ellos lo decían. Otros lo piensan. El mensaje tenía
una única palabra tabú y es la que critican que no dijera: dialogo. Felipe VI lo dijo meridiano: quede claro que mi corona está
atada al mástil de la unidad de España. Y de ahí sacad las consecuencias.
España ya no tiene complejos. No es la situación que nos hizo abandonar el
Sáhara. Esto es una democracia, la constitución es la ley y la ley tiene como
garantes últimos aquellos con el monopolio de usar la violencia. Cuando los políticos
se cansen de hacer el indio, mandare la caballería. Y Chinpun. No digo que
guste o no. Solamente describo la situación y dónde termina el chicle si lo mastican demasiado.
Por cierto. Ya lo afirmo con años de
anticipación. En clave local, el Ayuntamiento de Alicante y el Gobierno de la
Generalitat Valenciana tendrán gobierno del PP en las próximas. Muy
posiblemente con mayoría absoluta. En otra lo explico, pero solamente para los
que no viven por aquí. Y no hace falta usar las luces largas o las antiniebla.
Con las de cruce ya se ve. Incluso con los intermitentes.
Nota del día: Arribe, en náutica significa navegar dejándose llevar por el viento
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