viernes, 22 de septiembre de 2023

Ser ya solo lo que se fue

 

La sombra del pasado es alargada y, paradójicamente, lo ilumina. Si Felipe González y Alfonso Guerra fueron realmente como son y no como parecían, todo lo que aconteció no fue imposición y sí vocación. Enjaular la Constitución de 1978 con los barrotes de una  administración del estado franquista no fue un error forzado. Formaba parte de una concepción de la democracia como aval del poder político y no como expresión de la soberanía popular. En ese contexto, la amnistía de los criminales franquistas no era la expresión de una reconciliación nacional (a nadie se preguntó) y sí la urgencia de algunos por encontrar acomodo en la estructura política primero y en la económica después. Y cosas que nunca creí del pasado ahora las veo nítidas.

Y es cuestión generacional e ideológica. Hay quienes solo piensan en el ejercicio del poder. Así, cuando FG y otros mantiene que debe gobernar el que más votos obtenga (da igual por cuanto) ignoran y ocultan lo fundamental: que esto no va de quién gobierna (la persona) sino lo que quiere hacer con el gobierno (qué políticas). Al parecer, un partido que defiende y promueve políticas progresistas (ley de eutanasia, igualdad de género, lucha contra la desigualdad y la pobreza infantil, incremento del salario mínimo, límites  al abuso de las élites económicas y eclesiales…) todas ellas protestadas o recurridas por el PP o Vox, debe ceder a la demolición de lo logrado. Rajoy presumía que la ley de memoria histórica la anuló al dejarla sin presupuesto y paralizó la ayuda a la dependencia. En definitiva, deshizo el camino andado. ¿Propone entonces un socialista que se les otorgue a la derecha y la extrema derecha el poder para hacer sus cosas de derechas?

Y eso es lo curioso y lo que revela esta reflexión. Al parecer el españolismo extremo (ultra) con raíces en la idea franquista de España es mejor que los nacionalismos que también forman parte intrínseca e histórica de España. Por decirlo en plata: prefiere FG y AG que el PP gobierne con Vox. Un gobierno de quienes proponen ilegalizar partidos democráticos, la devolución de competencias autonómicas al estado, poner en valor la idiosincrasia torera, desproteger a la mujer frente a la violencia de género o reducir a “mariconas y tortilleras” la leyes de libertad sexual. Que amenaza con respuestas militares a las demandas de los nacionalistas y cuya mayor expresión de negociación democrática es la violencia y la represión. Con tan poco respeto al espíritu y la letra de la constitución española que mantiene secuestrado al CGPJ durante lustros. Por dejarlo fácil, permitir que gobierne el más votado para que nombren a Hermann Leopoldo Tertsch y del Valle de Lersundi como ministro de cultura. De eso va lo que piden. De nostalgia del franquismo y la impronta de su idea de España.

Todo el pasado cuadra observando la cuadra. Estaban a lo que estaban y con aquello todo se explica. En la práctica, FG y AG son un eco ideológico de Fraga y después Aznar. Piensan y pensaban la misma España. Así, se alegra FG de que en España haya minorías políticas en vías de extinción. Si fuese verdad, lo sería por acción política de aquel a quien critican y precisamente haciendo la política que cuestionan.

En otro orden de cosas me sorprendió, y lo reconozco, que AG conservara tanto pelo a su edad. No solo propio, también de la dehesa. Al parecer le gustan las mujeres y mucho, no crean que es marica. Menudo varón, donde le pongan una mujer que le quiten la merienda. Tiene claro que un hombre y una mujer nunca podrán ser iguales. Evidente para los que les gustan las mujeres. Cualquier macho sabe que a las mujeres se les mete mano y a los hombres ni se le pasa por la cabeza. Además las mujeres son taimadas y ladinas mientras que los hombres bragueteros. Y en el presente ya entiendo tantas cosas pasadas. Allí coincidieron Rosa Conde (directora del CIS con FG) y Pilar del Castillo (presidenta del CIS con Aznar), habiendo sido la segunda consejera técnica de la primera. En Madrid, allí donde se cruzan los caminos.

(Flash back) Tras la huelga general convocada por Nicolas Redondo (el de verdad y no la sombra de su nombre) se encontraba la verdad. Cuando Felipe González y Alfonso Guerra le rompe las piernas a la expresión obrera del PSOE, la UGT, se quedaron a solas con las etiquetas de “socialista” y “español”. Un tipo de socialismo muy peculiar, garante de las fortunas obtenidas por los oligarcas franquistas bajo el protectorado de la dictadura y, cómo no, de la cobertura marmolea de Franco. Un socialismo español, catolizado y tímido, capaz de mantener un salario mínimo de miseria durante décadas. Sin más. O evitar suprimir el servicio militar que al parecer era imposible suprimir.

Ya lo dejé ahí en la última entrega. La batalla cultural de la derecha es en defensa de los valores del franquismo y la dictadura. Contra la idea de abrir el melón de las injusticias que “cerró” la transición o el olvido de la laicidad del Estado. Como gritaba Ayuso espantada ¡quieren un estado laico! A ella se puede unir sin problema alguno quienes se consideran socialistas porque tienen un carnet que lo dice. Aunque ha besado más anillos curiles que polvo tienen los de Saturno. En algún momento habrá que recopilar todos los recursos ante el TC del PP y Vox para saber a qué España desean volver. Allí, se encontraran ideológicamente cómodos, como ha sucedido con FG y AG. Cuando se miran entre ellos, en el otro se encuentran a sí mismos. Al fin y al cabo, son las dos tapas del mismo libro. Quiero decir memorias. Por cierto, enhorabuena al autor de tomo y lomo.

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