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Pedro Sánchez la cámara oculta que lo explique todo. ¿Las cosas de Pablo
Iglesias no son una broma? Espera sin duda que de algún rincón aparezcan los
siete ministros postulantes gritando “!Inocente!, ¡Inocente!”. Por fin el mundo
volvería a ser un lugar normal y el teatrito a sus tablas. Cuando ya
dejamos de sufrir a Esperanza Aguirre, llega este señor y la duplica en modos y
forma. Fue ella la que renunció a ser alcaldesa para intentar echar a Carmena.
Y seguro que se lo cree mientras mastica chicle. El chicle, en política, es un
complemento esencial para mantener en forma la mordida, al menos en una
depredadora de ese calibre. También vale la sonrisa, fortaleciendo el músculo
facial, pero es más de depravado que de depreda como es ella. Muy de Prada.
Volviendo
a las tribulaciones de Pedro Sánchez en China, el deseo es la peor causa de
ceguera. Incluyendo el deseo de sobrevivir políticamente. El líder de Podemos
lo puede decir más exótico aún, seguro que puede, pero no de forma más clara: "¿Qué pasa contigo tío? Lo que significa, “cuando crees que me ves cruzo la
pared, hago zas y aparezco a tu lado…”. Vamos, que la puñalada que te preparan
será al costado, por la izquierda y buscando el corazón. Da un poco de pena
este hombre llamado Pedro intentando, parece que de verdad, formar gobierno
mientras los demás ya están a por uvas. Solo Ciudadanos quiere bailar, pero no
puede por eso de “la luz de la luna”. Ellos son unos ositos hippies a “lo que
necesitas es amor”, pero no les da manos para satisfacer a su pareja en su
paraje natural (segunda calle a la derecha, popularmente llamada calle mordaza)
y no quieren irse con el primero que le hace ojitos de cambio.
Rajoy
de investidura, que bien lo hace. Eso de “si hay que ir se va, pero ir para
nada es tontería”. Y además peligroso y da mala fama. El tándem Arriola-Mota es
pareja ganadora de seguro. Ese “ir para nada” es la continuación natural de “a
la saca” y del “tu también te has dado cuenta” señor juez. En este caso, la cosa va de
recamara. Y en la recamara está lo evidente: las nuevas elecciones. Mientras
tanto pone tiempo por en medio y les enciende las ganas de más a sus votantes,
los que son y los que fueron.
Condenados
estamos a una izquierda fragmentada, ya sea en versión mansa (PSOE), con toques histriónicos (Iglesias), curiles (Garzón) o del "patio de mi casa es particular" de las izquierdas nacionalistas. El problema de la izquierda es que es demasiado democrática y tiene opciones para todos los gustos y con ello disgustos. Al otro lado del río, una derecha tan sólida como la cobardía de la clase media
subjetiva española. Tanto ruido para tan poco. Tanto marchar alucinando en
colores (verde, blanca, negra, etc.) para volver al principio: la palabra y
solamente palabras.