Mientras en Cataluña estudian cómo
hacer una insurrección sin defectos de forma, retomamos la campaña preelectoral.
El jaque mate en tres jugadas que daría gobierno al no-dígno de Rajoy depende
de las ganas que tengan de jugársela en Cataluña. Y estas son cada vez más
menguadas. En ese palabreo revolucionario, incluyendo a Pablo Iglesias y sus clones,
se vislumbra un medido cálculo para no ser inhabilitados para el cargo y
cargarse su personal calidad de vida. Si no hay movimientos, no hay partida en las
bandas.
Iglesias se ocupa del confort ideológico
del votante socialista, mientras su castillo de naipes nacionalista se
desmorona. Ya lo saben sobrado. En segunda vuelta, a la irrelevancia Ciudadanos
y Podemos. El PSOE, depende de ellos si Sánchez está visto para sentencia. En el PP están babeando
de ganas. Vale que sin Rajoy y haciéndose unas “Cifuentes” regeneradoras
podrían tocar otra vez mayorías. Pero incluso cargando con el muerto de los
meritos de Rajoy y su Santa Compañía sospechan, y sospechan bien, que les irá
de perlas.
Estando en espera del
postelectoral del CIS, es más que probable que sea una esquina en festivo, es
decir lleno de “mea culpa”. Pues en esas estamos. En pospreelectorales. Como dicen en México “no se
me adelanten, pero tampoco se me retrasen”. Si preguntan cómo nos comeremos las
inminentes elecciones, estoy seguro que responderíamos “en su punto”. Ni
pasadas ni poco hechas…
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