sábado, 6 de febrero de 2016

La políticamaquia

La mascletá valenciana ha sobresaltado a Don Tancredo y con él a su cuadrilla. Allí subido en su pedestal en funciones, esperaba que la “investidura” del toro pasara de largo, hurtando con ello el cuerpo al evidente revolcón. La estrategia parece fácil, pero ya les digo yo que de eso nada. La suerte se prohibió precisamente por el número de cogidas y amén. Hay que tener temple de acero y facha marmórea. La cara ya iba por delante, que dureza hay para piedras de mechero. Y lo que no estaba en temple, el carácter ya lo ponía en sangre de horchata. Quién pensaría que la horchata podría hervir. Pues en eso hemos acabado, que a Rajoy y sus monosabios les ha ardido la horchata en las venas. Por lo de Valencia, vamos. Y aún está por venir más irritación, que de Barberá hablamos. Más de uno y una ya tiene las barbas a remojar, que esta Sweeney Todd quiere una salida airosa, y su talla política de seguro a obras obliga para darle puerta. Y ahí están todos afanados manos a las obras. Que para aquí, que para allá, que llame él que es un traidor separatista, que a la Parrala le gusta el vino y un sin fin de enfados y enojadas… Pasar de la suerte de Don Tancredo a la agitación de pañuelos pidiendo no ya las orejas, sino la cabeza y los rabos de los perdedores es un cambio de ritmo que, o tienes mucha cintura o quiebra caderas.
En Ciudadanos insisten en vender que son la alternativa al PP. Para ello, cada vez que pueden defienden que no son lo que ellos dicen que los demás dicen que son: “la marca blanca” del PP. Parece complicado pero no lo es. Ellos son así de transparentes. Ahora vibran de emoción. Han vuelto al qué será. Un PP enfangado en sus miserias les trae recuerdos, emociones y un camión de votantes. Por un tiempo pensamos que el sistema había cambiado. Como todo, en cosas sí y en cosas no. En esto volvemos a lo mismo. En España no se ganan las elecciones, se pierden. Aunque el beneficiado no sea hijo del bipartidismo y realmente esté en la misma parte del electorado que se parte. Por eso no irá muy lejos con el PSOE. No puede perder el contacto físico con un PP que les trae los votos a la puerta con cada caso de corrupción que les entra por la ventana.
Cierto es que Sánchez, cogiendo la investidura por los dos cuernos (Podemos y Ciudadanos) ha resultado un recortador de categoría en todas las modalidades. En la de “salto”, su salto a pies juntillas sobre la investidura del PP ha sido precioso, con tirabuzón y todo. Pasará a la historia como algo para contar a los nietos y nietas de guardar. En “quiebros” espectacular. Más que quiebro, requiebro el que le esta haciendo a Ciudadanos, en un concierto tácito de marginalizar al partido “yo soy el ganador de las elecciones” y encerrarlo con ese juguete hasta las siguientes. Y que finura el “recorte” de riñones o castellano que le ha dibujado a Podemos. Emocionante, Iglesias ni le ha rozado con la cola. Sánchez en toreo de capote no daba mucho la talla, pero ha nacido una estrella del recorte en políticamaquia. Ahora mismo, es la mejor campaña preelectoral sobre el ruedo. La más natural, fina y segura. La que descentra y desquicia al oponente. Me quito el sombrero de Quito. Sigue así y llegaras.

Pablo Iglesias está encapotado, quién lo desencapotará, el desencapotador que le desencapote buen desencapotador será. Pero no parece. Aún no han percibido el cambio de atmósfera. El viento agitado de la indignación y el cabreo, una vez votado, se ha transformado en la expectación del que vendrá. En ese nuevo clima, los impulsos que le llevan al pulso continuo, a tensar las cuerdas y los discursos, se va desenfocando. El vivir desentonando pierde tono, y seguro que usted comprende la paradoja. Más aún a contraluz con Sánchez (o Garzón), que calmo y tranquilo te cuenta que por él no será que sea lo que debe ser. Van perdiendo el hilo e hilando torpezas como el "gallinero" de la Cámara. Ha sido como para darles la medalla al merito naval, por el charco en el que se metieron. Esto empezó con el Congreso rodeado de vallas y manifestaciones, de españoles que no sentían que dentro les representaran. Es el mañana votamos mañana os echamos, o los sesenta y cuantos compañeros cuya ausencia lloraba Rafael Hernando a las puertas del Congreso. La cuestión de dentro y fuera que dirían en Barrio Sésamo. Los ciudadanos de a píe es la única distinción que entendemos. Todos los escaños valen igual: un escaño un voto. Las desigualdades están en la calle y las sufren los ciudadanos. Lo otro son pamplinas cuando lo que te importa no es el lugar con el que te sientas. En fin, tienen su público y quizás creen que escogen bien su repertorio. Me faltan datos pero algo tengo de olfato. Podemos puede lo que ya puede, y si crece será en números relativos por abstención, ausencia o cambio de costumbres propia o ajena. Como el fantasma del Ulises de Joyce . 
Ese es el quid del trasunto. Déjenme soñar que estoy despierto, reclama, machadiano, Pedro Sánchez, en pleno "recorte" castellano. Nuevamente me quito el sombrero de Quito. Cierto es que en ocasiones, los fantasmas se desvanecen como un sueño soñado. Al fin y al cabo, "Todo es sueño", que concluía Antonio Machado ("Era un niño que soñaba").  

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