Por el humo se sabe donde está Bárcenas. Con sus papeles en ristre va quemando la dignidad del PP. Y no hay bombero que le guarde. Están todos de manifestación. El que no manifiesta es Rajoy. La mayor declaración de culpabilidad de Rajoy es su silencio. Las denuncias a todo y contra todo han terminado en cada uno contra la nada. Denuncian a IU por denunciarles por financiación ilegal. Y Cospedal contra Bárcenas y "El País" para proteger su honor. Se estaba quemando y ya le negaban hasta el agua. No puede esperar más a que Rajoy se decida a demandar para defender su horror. Bárcenas lo tiene bien cogido. Y la consecuencia es la desunión. Hablan de tres frentes, grupo parlamentario, gobierno y partido. Nadie sabe nada. Pero es que tampoco quieren saber. Sospechan que algo hay, y solamente con saber ya estarían pringados. Se debaten entre el necesito saber y el no me interesa saber. Y así van y nosotros con ellos. Soraya piensa en el día después, Cospedal en cómo no me quemaría yo (más) y Pons en el "voy yo. Yo voy. Dejadme que los mire como yo se". Tendrá que darle juego a tantas horas de gimnasia facial ante el espejo. Inclina la cabeza hacia delante, saca mentón, mira con los ojos fijos y junta las cejas. Y ya está. Un Robert de Niro en Taxi Driver. Pero en versión parlamentarismo español. ¿Y qué dice? Cualquier cosa. Sabe que esto va de caras. No puede ser de otra forma cuando él conoce a Carlos Fabra, el "alter ego" de Bárcenas. Otro que hace y deshace y lo que quiera. También tiene papeles en esta obra, pero aún no los quemó.
Se anuncian denuncias. Deben darse prisa. O verán a Bárcenas denunciando que el PP no le ha denunciado todavía. La denuncia del robo de portátiles llevó a la policía en minutos a Genova. Y allí ¿Qué no va? El famoso "dejar pasar dejar hacer" se convirtió en "no sin orden judicial". Pues estamos para transparencias y olé. Y más en la sala Andalucía.
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