lunes, 23 de mayo de 2016

El Prestige II

Insisten los partidos en fichar estrellas de letras para compensar el número que se traen. Tienen un denominador en común. Hablan de contribuir con dialogo, modestia, confianza, cercanía. Uno de ellos, empleando más yoes que Gurdjieff (quien dice que en cada hombre habitan cientos de yoes) afirma que para eso está allí, para explicar cual es el norte que lleva al polo sur. Al final, lo que están logrando con ese desparrame intelectual en las listas electorales es llevar el chapapote a las costas de las letras. Más palabras solo contribuyen con más sorda estupidez cuando se habla el lenguaje de los signos. 
En la política las palabras huecas se extienden como petróleo altamente contaminante. Van rellenado de palabras bonitas los resquicios éticos de la institucionalidad democrática española, pero ennegreciendo las playas de los hechos. La política ha abierto profundas rías, penetrando en la justicia, la cultura, la ciencia, la filosofía… llevando la contaminación, cuando hay derrame, tierra adentro. Nadie ni nada está a salvo. En el fondo, lo de las democracias europeas es una crisis medioambiental. Al ritmo que crece la ultraderecha, la duda es de qué color será el líquido pastoso que en unos años estará manchando las manos.
Ya en la literatura del yo, pero en plan esotérico no psicoanalítico, se puede leer en Internet, fuente de todas las sabidurías, una clara interpretación de la clase política española. 
(Lo digo. Tras el desastre que vendrá, la dignidad intelectual de nuestra época está comprometida. Al final el balance de nuestros esfuerzos es una cuestión de qué discos duros sobrevivirán. Ya lo podemos imaginar: los fragmentos de textos recuperados de los restos de discos duros magnéticos del siglo XXI nos muestran una sociedad iluminada y preocupada por el progreso espiritual. Conclusión: se salvó, con cierta lógica, la colección de libros de autoayuda que llevábamos en la Tablet para emergencias emocionales). 
Volviendo to the river,  leemos que “Cada entidad, hombre, hada o miembro de otra evolución (político, añado por ejemplo) tiene siete yoes diferentes. El séptimo, el sexto y el quinto son demasiado evolucionados para comunicarse con los terrestres. El cuarto yo alcanza un estado en el que puede trabajar con el pensamiento. El tercer yo trabaja en parte con el pensamiento y en parte con el cuerpo. En el plano terrestre se trabaja con el cuerpo y el cerebro exclusivamente y si se toma contacto con los yoes se nos denomina inspirados”. 
Explicarlo mejor es imposible. Definimos ciudadano de a pie a los que trabajan o aspiran a trabajar con el cuerpo y el cerebro, juntos o por separado. Después llegan los mecanismos de representación política y puedes ascender al tercer yo, de tener la suerte de convertirte en asesor político. El tercer yo trabaja con el cuerpo y con el pensamiento, a partes iguales. En definitiva, al final piensan lo que les pide el cuerpo, sea electoral o no.  Un ejemplo claro es el diputado de 2015 del PP, Gómez de la Serna. Es un yo de tercer grado en todos los sentidos. Como diputado con responsabilidades, está en el cuarto yo. Pero he aquí que le pagan por regla de tres y eso le obliga a efectuar trabajos con proyección escrita. Un mundano no lo entiende, pero quería decir que el cuarto yo se desdobla en el tercer yo y proyecta la sombra (que daño hizo Platón y su cueva) escrita de su pensamiento. No les diré que no, pero tampoco que sí les diré. Aquí igual que agradas por evolución política te degradan por vía judicial.

La crisis actual viene cuando demasiados políticos alcanzan el quinto, sexto y séptimo yo. Que Rajoy, nuestro presidente en disfunciones, está al séptimo yo a nadie puede extrañar. En condiciones normales no pasa nada grave. El problema llega cuando toda la clase promocionó a quinto de yo. Iglesias, un superdotado, llego al sexto yo en cuatro días y tres noches. Rivera aún está en quinto, que no se enteró que suprimieron el servicio militar. En una que salga de permiso sabremos el yo que descuelga de la percha. Sánchez, y todo su equipo, después de tanto cantar el “Yo nací en una rivera del Arauca vibrador” se encuentra en proceso entre yoes (Que daño hizo Heráclito, conocido espalda mojada griego). Por él solo anda de sexto yo, pero en campaña, sin duda en el séptimo yo camino al purgatorio. Ni en Walking Dead (todas las temporadas) se ven tantos muertos vivientes. ¿Quién le elige los yoes (más que yoes egos) con los que se arropa cuando se viste de mitin? Rubalcaba, Zapatero, Almunia y el elíptico cuarto jinete del apoca-lipsis. Valga la redundancia si eres de letras. De lo contrario, al diccionario. Así incrementara su probabilidad de ser llamado a listas.
Lo negro del chapapote tiene su lado bueno al parecer: huele como mil demonios pero también es cierto que a oscuras es menos peligroso... Por eso la corrupción todos la huelen aunque no todos los fiscales la ven.

Smells Like Teen Spirit




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