Escucho
con atención la dura entrevista que hoy día 5 de mayo de 2016 hace Pepa Bueno a
su jefe Juan Luís Cebrián, en la SER. Una entrevista dura de digerir y que
demuestra lo muchísimo que Pepa Bueno ama a su trabajo. Y digo trabajo, que no
profesión. Entre todos los destilados de la época, Cebrián es sin duda el
triple XXX. De aquella generación que se dedicó a posar sobre sus propios
hombros la espada de adalides de todo lo mejor, bueno y democrático que hay en
las canciones de Serrat. Hasta el extremo que, sangran los huesos de Hernández,
tras despedir a un periodista crítico y alabar la necesidad de lectores
críticos, coloca el discurso de todo lo ético habido y por haber. La política,
y digo la mala no, la peor, también se hace desde el quinto poder. Como de
muestra basta un botón, les resumo para que vean el tallaje del traje de
Cebrián a los que no asistieron a su primera comunión.
Esta
historia, por ponerlo transcendente, es un ejemplo del efecto de las nuevas
tecnologías en la sociedad. El señor don Juan Carlos I siempre hizo lo mismo
que hizo. Como todo animal de costumbres, se acostumbró a todo lo que le
permitían, que era todo. La prensa y los medios le sirvieron de empresas
pantalla para apantallar lo que no era de recibo (en breve, todo lo que no
fueran llantos en tragedias o risas en fiestas deportivas). Y así, los amantes
de la libertad como PRISA se apresuraban como academia informal a Limpiar,
Fijar y dar Esplendor. Limpiar la verdad sobre el caso en sus páginas, fijar un
razonable de dame medallas y dar esplendor a lo que era más propio del
resplandor. Entre la plumas brillantes, Cebrián destacó por La Rusa, un
tocomocho de 205 páginas que trileó
el País en sus típicos, de entonces, yo mi me conmigo. Lo que empezó sacando pecho
ya apuntaba que podría terminar sacando otras muchas más cosas off shore. Era
una época feliz por ser el después de las tinieblas, pero que visto desde la
luz del presente, simplemente cambió el tenebrismo por el claroscuro.
Para
entender la importancia de los medios en aquel entonces, basta decir que no
existía internet, y que los gobiernos se los rifaban para poder dar su mejor cara
de perfil. De allí las ayudas para vender enciclopedias multimedia en América
Latina y otras proezas subvencionadas o facilitadas. Hoy en día lo de Ausbanc
es un andar por casa, sin elegancia ni glamour: dinero por buenas noticias,
malas prensa por no dar dinero. Es casi como un lenguaje de indios. Atendiendo
a la historia de los medios de comunicación postindustriales, esto seguro que
tiene otras formas y maneras de saber hacer. Algo así, me figuro, con
intelectuales de cabecera, y medias plumas subidos sobre columnas de tinta. El
panteón tenía y tiene templos para gustos, y encontrábamos y encontramos
semidioses y endiosados de media columna, columna entera y hasta de múltiple
columna. Podría dar muchos nombres, pero para qué, sólo basta abrir, ojear
hojeando y ver lo evidente: cuanto talentoso a cambio de talentos.
La
historia reciente posa allí sus posaderas, hasta el punto que escuchar la
desidia de Rajoy o el ese soy yo de Cebrián forman parte del mismo concierto.
Solamente que el primero es un repasado que desgobierna y el segundo es un
presente demasiado propasado .
Y
aquí llegó la luz llamada Internet. El Confidencial, El Diario, OK Diario,
Infolibre, La Gaceta y tanta libertad circulando desbordada. Cada uno y en su
manera, han abierto brechas en los blindajes de la prensa oficialista. Cuando
se publica el caso Urdangarin, y lo digo y afirmo: presté atención, el diario
El País tardó lo suyo y lo de los demás en publicar algo sobre el tema. Estaba
procesando. Hablar de las realidades de la casa real era algo irreal para su política
editorial. ¿Pero quién para ese tren? Ya el silencio de días era más sospechoso
que meritorio, y puestos en faena, corrieron para parecer delante y no quedar
con demasiado trasero al aire. Y después, todas las que quiera. Gracias a la
prensa guerrillera, que nos han dado tanto y por tan poco. Muchos de los
escándalos que han limpiado la escena pública, los puso a rodar en la opinión
pública esta prensa lateral y periférica, que hace lo que se debe hacer si hay
vocación además de profesión. Internet está haciendo por la democracia más que
muchos políticos. Y desde luego, mucho más que los que dedicaron su existencia
a censurar callando más que hablar para censurar lo que no era de ser ni de
deber ser.
La
ricura española está enfadada. A doña Pilar le molesta que le pregunten sobre
lo natural. Ser rico de familia aristócrata, tiene que ser algo así como
sentirse Rafael Hernando Fraile: sobrado, lleno de toda la razón del mundo,
ofendido no por la duda, sino por la verdad que le sobra. Algunos pensábamos
que todos éramos ciudadanos, pero va a ser que no. Somos súbditos y plebeyos.
La merde, que nos llamaba la abducida.
Pues
eso y mucho más. La Unión Europea se consume y ya parece en los huesos
económicos. La pérdida de músculo y nervio social es tremendamente alarmante.
Para remate de costura, el Tratado de Libre Comercio nos dará histórica puntilla.
Escucho en la televisión del gobierno a un economista mentiroso (otro mentiroso
más, que trabaja de economista publicista) que afirma: el tratado beneficia a
las multinacionales, pero eso es bueno, son las que crean empleo en España y
las que pagan los impuestos en España que mantienen el estado de bienestar en
España. Ni lo uno, y para que decir de lo otro. En caso de duda, pide el
comodín del público. Pregunto en clase ¿Está afirmación es cierta, lo es en
parte o no lo es? En colores.
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