viernes, 4 de diciembre de 2015

Últimas tartas con cereza


Si el titulo le recuerda vagamente a algo, usted estará triste. Por lo que ya no es, por lo que dejó de ser, y peor aún, por lo que será. En España todo va tan según lo previsto, que hasta las improvisaciones son enlatadas. El impulso burgués del 15M de 2011 encontró su rostro finalmente en Rivera, un joven con ideología de pijoaparte postindustrial, que no dudará en abofetear a Maruja para abrazar a Teresa, por más casta que sea. Cita con mimo el poder de una idea cuando llega su momento. Y algo hay aunque él no lo entienda. A él le ha llegado su momento, aunque le haya cogido sin ideas. El momento, su momento, el ahora en nuestra historia, es la fuente de su gloria. Vivimos un ahora vacuo. Y el horror al vacío añora ser llenado de  imágenes sin palabras, de palabras de uso tópico. Ciudadanos es una sonrisa en un cuerpo que se desvanece cuando se busca la textura de una idea, de algo real. El momento de Rivera es, en su fondo, el “memento mori” de un socialismo y un comunismo derruido desde dentro. Un socialismo incapaz de sobrevivir al triunfo de la imagen sobre los conceptos o las propuestas. En el mundo de la imagen, los media son el medio. Sartori y su noción de video-política resuena entre los cacharros de cocinas y programas de diversión. La política ya es asunto de McLuhan en mayor medida que de los politólogos. Por ello servida está la paradoja. El partido llamado “Ciudadanos” es, en su esencia, un partido formado por audiencias. En esta le irá muy bien. Pero ya se avisa: cuando lleguen los anuncios (y llegaran, son parte de la financiación) comenzará otra vez el “zapeo” electoral. Está en su naturaleza.

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